Presentación
En el
siguiente ensayo se analizará la literatura juvenil desde dos ejes de tensión,
literatura juvenil clásica / literatura juvenil contemporánea y literatura
juvenil / paraliteratura. Ambas articulaciones han sido propuestas como puertas
de entrada hacia la literatura juvenil, entendiendo a esta como un corpus de
obras literarias que pueden o no estar dirigidas hacia un público juvenil, pero
que sí son aptas para este público. En este sentido, Juan Cervera Borras[1]
distingue dos formas principales de instalación de obras literarias aptas para
jóvenes, las “ganadas”, esto es, obras que no han sido dirigidas específicamente
para un público juvenil pero que han sido apropiadas por este, y las “creadas”,
obras escritas para un público juvenil; además incluye una tercera, las obras
“instrumentalizadas”, pero para este ensayo solo se tomarán en cuenta las dos
primeras definiciones.
El objetivo
de este trabajo es formar y proponer una definición de literatura juvenil desde
el punto de vista actual, aplicado al ejercicio de la mediación
lectora.
- Literatura clásica y literatura contemporánea juvenil
Esteban
Cabezas define a los clásicos de la literatura en general de la siguiente
manera: “Un clásico no es un libro
antiguo y pasado de moda. Es un libro eterno que no pasa de moda”[2] . La
escritora Ana María Machado también los define, y de manera más lúdica, diciendo
que “podemos decir que un clásico no
tiene fecha de expiración, ni pérdida de garantía”[3]. Los
clásicos de la literatura juvenil son aquellos libros que han sido la
predilección de este público desde su publicación o que han sido impuestos a los
jóvenes por los mecanismos oficiales escolares como clásicos y que, por
antonomasia, se deben leer. Por ejemplo, se puede considerar que Narraciones extraordinarias de Edgar
Allan Poe es un clásico juvenil de la literatura ganada que, además, ha sido
incorporado a la lista de lectura complementaria escolar y que siempre ha tenido
una gran aceptación por parte del público joven. Por otro lado, El cantar de Mio Cid es un clásico de la
literatura ganada obligatoria escolar, que no es, necesariamente, una obra que
encante a los jóvenes. Y Harry Potter
es un ejemplo de literatura juvenil creada, que también fue ingresado a la lista
de lectura complementaria obligatoria escolar pero que mucho antes era un libro
de tremendo éxito entre los jóvenes y hoy día se considera un clásico.
Independiente de los procesos que se hayan accionado para que una obra
considerada clásica llegue a los jóvenes o viceversa, los clásicos están
presentes dentro de su educación literaria desde todos los flancos y es
imposible eludirlos, ya sea porque son obligatorios, porque su presencia ha sido
revitalizada mediante nuevas ediciones en formatos y géneros diversos que llaman la atención de
los jóvenes – versiones en cómic o novela gráfica- o porque han sido traídos a
la contingencia gracias a otros soportes, como el cine – por ejemplo la versión
cinematográfica animada de El Cid, la
leyenda (2003) o la de El señor de
los anillos (2001)- .
Tal como
afirma Esteban Cabezas, a nadie se le debe obligar a leer nada, y con respecto a
los clásicos, esta sentencia tiene más peso si se enfrentan los clásicos a la
literatura juvenil contemporánea comercial, que es lo que realmente desean leer
los jóvenes hoy en día. Sin embargo, es necesario que los jóvenes conozcan las
obras fundacionales de la literatura de las que se alimentan directamente muchos
de los libros actuales que tanto siguen, por lo que una buena opción para
presentarles los clásicos es a través de los pares de obras, es decir,
relacionar las obras contemporáneas con otras más antiguas en las que se
inspiraron o con las cuales comparten el tema, por ejemplo, la Saga Crepúsculo de Stephenie Meyer con
Drácula de Bram Stoker, Canción de hielo y fuego de George R. R.
Martin con El señor de los anillos de
J. R. R. Tolkien o Los juegos del
hambre de Susane Collins con 1984
de George Orwell. Esta estrategia utiliza el conocimiento que ya tienen los
lectores jóvenes e intenta hacer entrar en su mundo de preferencias obras que no
pertenecen a él y que le son contextualmente lejanas. También puede resultar un
arma de doble filo debido a que las obras clásicas no vendrían a satisfacer las
expectativas del lector en comparación con la obra contemporánea con la que se
relaciona y es en este punto en el que cobra suma importancia la
contextualización por parte del mediador.
Referente al
contexto, la tarea del mediador debe ser la de ubicar la obra clásica en el
tiempo y el espacio, es decir, entregarle herramientas de comprensión al lector
con las cuales pueda abordar la obra y encontrar en ella sentidos. Este trabajo
puede ser menos difícil en la medida que los clásicos son más cercanos
temporalmente a los lectores, pero siempre se debe tener el cuenta el posible
agotamiento a priori que algunas
obras clásicas producen en los lectores jóvenes debido a su excesiva exposición.
Por ejemplo, el clásico chileno Subterra de Baldomero Lillo, que fue
llevado al cine en el 2003, ha sido leído en el colegio por generaciones. Una
adecuada re-contextualización de este libro puede hacer que los jóvenes se
reencanten con una obra que ya parece agotada en todas sus posibles
lecturas.
- Literatura juvenil y paraliteratura
En primer lugar, es necesario definir el término paraliteratura
para entender la tensión. La siguiente definición del periodista Israel García
Pena es muy clara al respecto: “Frente a
las obras clásicas literarias se viene hablando en las últimas décadas de una
producción literaria, que en la mayoría de los casos, los críticos y élites intelectuales catalogan
como subliteratura, contraliteratura o paraliteratura, una terminología un tanto
despectiva. Sin embargo, la paraliteratura tiene una gran importancia en tanto
en cuanto canaliza la literatura a través de un mundo mediático donde la
globalización y convergencia, a pesar de generar cambios profundos en el texto
literario (la mayoría de ellos negativos) amplifica la influencia de este texto
abierto a múltiples ventanas y que se muestra ya lejos del hermético elitismo
intelectual.”[4]
Esta es una explicación sencilla y un tanto
condescendiente del concepto de paraliteratura, pero permite encontrar rasgos
positivos en la producción paraliteraria, tan popular entre los jóvenes.
La popularidad que cosecha la paraliteratura entre los jóvenes se
debe, entre otras cosas, a la facilidad de lectura, los temas atractivos y la
multiplicidad mediática, entre otras cosas. Gemma Lluch entrega las pautas para
entender este tipo de libros, haciendo referencia a la definición del congreso
de Cerisy de 1997 que dice “La
paraliteratura contiene más o menos todos los elementos que forman parte de la
literatura, excepto la inquietud por la propia significación, excepto el hecho
de poner en entredicho el propio lenguaje”[5]. Esta definición teórica
especifica la ausencia de sentido crítico en la paraliteratura.
Es un hecho que la paraliteratura está más cerca de los jóvenes que
la literatura, porque tal como lo analiza Lluch, utiliza todos los mecanismos
del marketing para atraer al lector. Por lo tanto, para el mediador, pueden
quedar dos opciones, hacerle la guerra a la paraliteratura degradándola por
sobre la literatura o utilizarla como un camino posible hacia ella. En el primer
caso, es muy probable que la guerra le parezca injusta, porque la paraliteratura
cuenta con un enorme armamento visual que resulta tremendamente atractivo solo
de entrada y que, poco a poco, va generando ansiedad en los lectores por
preferirla. Sería, casi seguro, una batalla perdida. La segunda opción es la más
inteligente, porque el mediador se pondrá de parte de los lectores adictos sin
desestimar aquellas obras que ellos sienten más cerca de su realidad que
cualquier otra. Hay que empezar de la
base que un joven fanático de la paraliteratura es un joven que, de alguna u
otra manera, está leyendo. Así, solo basta el trabajo metódico del mediador para
mostrarle a la literatura seria como una opción igual de atractiva para poder
entretenerse y, además, experimentar sentidos nuevos que antes no había
conocido.
- Conclusión
Se ha logrado presentar de manera concisa la literatura juvenil
como un fenómeno más que como género. Este fenómeno se manifiesta en las
preferencias lectoras de un público joven y en las referencias, a veces
impositivas, de los adultos hacia ellos. Por lo tanto, la literatura juvenil es
un concepto de límites movibles y difíciles de fijar permanentemente, porque se
va adecuando a los tiempos y se ve influenciada por otros fenómenos cada vez más
definitorios, como el cine, las redes sociales de Internet, la publicidad, entre
otros. Se ha tensionado el fenómeno literario juvenil entre los libros clásicos,
los que nunca pasan de moda, y las obras contemporáneas recién editadas que no cuentan con el aval que les otorga la
tradición literaria.
Además se ha diferenciado entre literatura y paraliteratura
juvenil, tensionando ambos conceptos en torno a la labor del mediador, quien se
supone debe incrementar la calidad de la educación literaria de los jóvenes
prefiriendo la literatura seria por sobre la paraliteratura
comercial.
En conclusión, desde un punto de vista positivo, las tensiones que
se han analizado en este ensayo pueden ser abordadas como grandes posibilidades
de promoción de la lectura en jóvenes que no son lectores habituales y como
puntos de partida para la invitar a la exploración de nuevos sentidos en los
jóvenes lectores, entregándoles herramientas que permitan la formación de un
criterio estético literario definido.
- Bibliografía
Cabezas, Esteban, Literatura
Juvenil, Géneros y autores. Presentación para el Diplomado en fomento de la
lectura y literatura infantil y juvenil. Facultad de Educación Pontifica
Universidad Católica de Chile – Fundación La Fuente. 2011.
García Pena, Israel. ¿Cuál es la importancia de la
paraliteratura? Artículo, La huella
digital, revista universitaria. 28 de marzo del 2007. Desde
http://www.lahuelladigital.com/%C2%BFcual-es-la-importancia-de-la-paraliteratura/
Lluch, Gemma. Mecanismos de adicción en la literatura
juvenil comercial. Ensayo, Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Desde
http://www.fundaciongsr.org/documentos/7550.pdf
Machado, Ana María. Clásicos, niños y jóvenes. Editorial
Norma, Bogotá, 2004.
[1] En Cabezas, Esteban, Literatura Juvenil, Géneros y autores.
Presentación para el Diplomado en fomento de la lectura y literatura infantil y
juvenil. Facultad de Educación Pontifica Universidad Católica de Chile –
Fundación La Fuente. 2011.
[4] García Pena, Israel. ¿Cuál es la importancia de la
paraliteratura? Artículo, La huella
digital, revista universitaria. 28 de marzo del 2007. Desde
http://www.lahuelladigital.com/%C2%BFcual-es-la-importancia-de-la-paraliteratura/
[5] Lluch, Gemma. Mecanismos de adicción en la literatura
juvenil comercial. Ensayo, Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Desde
http://www.fundaciongsr.org/documentos/7550.pdf
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