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martes, 21 de febrero de 2012

Greta la loca de Geert De Kockere y Carll Cneut

El libro álbum como pieza de arte





Una manera de desmitificar al libro como objeto útil es leerlo como pieza de arte, y es así como deben haberlo pensado De Kockere y Cneut.  

Lo siguiente puede contener spoiler. El primer encuentro con el libro suele ser un schock, pero positivo, complejo y ansioso. Eso les pasa más a los adultos, no a lo niños (en su gran mayoría) porque no anima mucho a la atención una portada negra y austera frente a la bomba de colores luminosos de las otras portadas contra las que compite. Pero como no se trata de un libro que puedan disfrutar realmente los más pequeños, la portada sí llama mucho la atención de los jóvenes y adultos que ven en ella una curiosa y enigmática invitación. Difícil de rechazar, ¿no?

El título es implacable y evidente, sin dejar lugar a dudas sobre el contenido y la estética de la obra que presenta, lo que confirma la excelente y cuidada labor de sus editores, Eenhoorn para la edición original belga y Bárbara Fiore Editora para la edición en castellano.
Y con este texto se inicia:

"¿Conocéis a Margarita, Margarita a la que llaman Greta? Cuando nació era la dulce Margarita, y realmente era una dulzura: una niña adorable, una preciosidad. Una muñequita encantadora. Hasta que creció lo suficiente para ser traviesa. Entonces quería todo lo que no podía tener. O todo lo que no podía hacer. Caminar por el mar, ir hasta Inglaterra nadando. Lanzar gente al vacío desde una torre muy alta, solo para divertirse. Uno detrás de otro. Y después mirar hacia abajo, para ver qué quedaba de ellos."

Luego la cosa se pone mucho peor. O sea, Greta se vuelve una niña malvada a quien todos mandan al diablo, hasta que un día se va a buscarlo al mismo infierno. Y en el infierno pasan cosas terribles, tal como deberían pasar en un infierno, sin piedad, sin censura. Las ilustraciones de Cneut son atípicas, a diferencia del clásico infierno que se describe, ellas otorgan inestabilidad y extrañeza y parecen ser las únicas ilustraciones posibles para un libro como éste. Mucho mejor lo define Ana Sancho en el comentario que hace del libro en la revista Babar: "Este ilustrador, que tiene publicados en este mismo sello editorial otros dos álbumes: Hadabruja y Monstruo no me comas, ha conseguido aunar en Greta la loca una aparente contradicción estética: la belleza de lo horrible, o la armonía de lo esperpéntico".



Pero si ya a estas alturas los más ortodoxos se han persignado o no comprenden cómo un libro álbum - ilustrado (tengo mis dudas para definirme) puede convertirse en un despliegue de horrores, monstruos y deformidades infernales, es muy necesario que lleguen hasta el final para poder comprender el sentido de todo. Al dar vuelta la página final de la historia de la loca de Greta, se explica que este libro está basado en un extraño cuadro de Peter Brueghel el viejo llamado "Dulle Griet" (Greta la loca, 1561-1562), quien con  clara influencia de la magia de El Bosco, logra entregar una obra magnífica y desconcertante. Es decir, el libro ha fantaseado con la historia del personaje de Brueghel, entregando una interesante interpretación para poder acercar el juego del arte a los espectadores - lectores, ese juego al que muchas veces nos impulsan ciertas obras para ser completadas o, simplemente, para proyectarse.

Defiendo mucho a Greta por esta lúdica relación que arma con el arte y lo considero un libro excepcional, que recomiendo absolutamente para que lo experimenten. La narración resulta una prosa poética bellísima, trabajo cuidadoso del traductor, con un ritmo perfecto para leer el libro en voz alta. Como ven, por donde lo mire, este libro me encanta y no deja de atraerme tanto, como pieza de arte y obra literaria.

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